jueves, 14 de noviembre de 2013

Decir lo cotidiano desde otro lado

El martes pasado, luego de leer algunos de los Versos para un jubilado de Francisco Gandolfo, que están por aquí abajo, escribimos. Quisimos escribir Jubilados y direcciones diferentes.





Mi dirección

Mi dirección no tiene sentido,
No soy de aquí ni de allá.

Los pájaros trinan al compás de mi vida,
El río me sigue como las crías de cualquier animal a su mamá.

Las risas oigo y no hago caso,

No soy nadie, soy un ente perdido.

Carla Zapletal


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Un jubilado

Una tarde de Diciembre a Humberto le llega su jubilación.
Desde entonces ahora espera una nueva vida. Aunque su vida no fue nada.
Empezó a pensar y a darle más y más forma a su sueño que había sido frustrado por falta de tiempo. Ahora sí se podría dedicar a él, a realizar su sueño.
Empezó a solicitar un terreno baldío con el propósito de colocar una calesita para los niños.
Pronto su sueño se haría realidad. Se inaugura la calesita, todo es alegría. Él se siente rico esta vez, en el reflejo de cada sonrisa infantil.

Guillermo

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El jubilado

El que dejó su vida en su trabajo, él que dejó 40 años de su vida.
Pero no importa, porque ahora no lo lamenta, tiene más tiempo.
No cobra lo mismo que en actividad, pero no importa, le alcanza para los caramelos de los nietos.
Se sienta en una plaza y recuerda su juventud, pero está feliz de haber llegado hasta aquí.

El jubilado que reniega que no le alcanza no es todo lo que se ve, porque yo tengo uno en casa que nos da alegrías, y más tiempo y nos gusta es mi papá.

Erica

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